sábado, 5 de marzo de 2011

Sueño azul de lluvia

Ella: Se dedicaba a ordenar meticulosamente los residuos de sueños extraños al despertarse. Para eso había destinado una libreta con tapas hule y una planificación que excluyera toda actividad antes de las 10 a.m., hora hasta la que solía dormir cuando el despertador no sonaba. JL era un tipo, digamos, peculiar. Creía que recordar sus sueños le daría acceso a un patrón de ideas para escribir que no estuvieran sujetas a condicionamientos racionales, dejó de pensar esto cuando descubrió que los sueños tenían su propia lógica. Una  mañana, al despertar, se descubrió apretando con la mano izquierda una moneda azul. La miró asombrado, creyó que la chica paseando bajo cortinas de agua había sido parte del sueño en que moneda azul en la mano para teñirse la lógica.

Él: Hay lo blanco y una pluma negra descendiendo, hay la nieve y el cielo blanco como la nieve, hay la pluma que desciende flotando, que se va agrandando conforme se me acerca, que me va tapando lo blanco hasta ser todo negro. Hay un ruido, un rumor de voces en el fondo de la habitación, es como si el aire se hubiera convertido en algodón y a las palabras les costara abrirse paso hasta mí. Hay una luz lechosa que se me cuela en los ojos como por una rendija y noto mi boca pastosa intentando volver a ser, pero hay como una tela de araña que me envuelve todo lo que fui, todo negro con rendija y voces huecas que dicen qué dolor, qué dolor.
La pluma negra me abraza fuerte y tira de mí hacia otro tiempo y otras nubes. Dicen que mientras floto me veo en la cama, enganchado a multitud de aparatos que miden la distancia entre vivir y no. Me veo extraño, no me parecía que yo fuera así, pero me olvido enseguida de aquel cuerpo y aquella habitación. Estoy flotando sobre la ciudad paralizada como en una fotografía del Google Earth.  En un semáforo está ella, con aquel vestido que yo mismo le elegí. Un vestido negro con unos bordados sobre los senos, está preciosa, un conductor se ha quedado congelado en el momento de sacar su cabeza del auto para piropearla. Ella está sonriendo porque estas situaciones siempre le han hecho gracia. Ahora ya no distingo los rostros de la gente, apenas los colores de los autos. Oígo una voz en off y me sorprendo al reconocerla como la mía. Estoy diciendo el parte meteorológico. Sí, sé que esto es ridículo, pero acabo de morir y se me ocurre hablar del tiempo. Absurdo, pero efectivo. Apenas acabo de dar el parte se pone a diluviar, hay relámpagos y truenos por todas partes y las nubes se han hecho noche. Mi pluma negra se empapa, cada vez pesa más, cada vez le cuesta más flotar y de pronto mi pluma cae a plomo abrazada a mí. Caemos a la velocidad de un relámpago y vuelvo a oír mi corazón, vuelvo a oír su voz cantando aquella canción. Estoy tan empapado en sudor al despertar, que cuando sus labios me besan me saben a papaya. Ella ríe y me pregunta en qué estaba soñando. En ti, mi amor, le respondo, en tu lluvia.

1 comentario:

Luna dijo...

Restos extraviados
bajo la lluvia
de sueños.
En blanco
y negro
rozan los labios
al rélámpago
de su voz azul.