domingo, 13 de febrero de 2011

Escritura de aire


Él: La mañana que encontró el sobre era borrosa, de esas en las que la niebla se pegaba a sorbos al cuerpo y los recuerdos parecían encerrados en urnas de cristal opacas, empolvadas de noches en vela y sueños que le hacían despertar de un brinco en la cama, con la cara empapada y el gesto desencajado entre la realidad y los pasos del tiempo pisándole los olvidos. Quiso no verlo, no cogerlo y no leerlo, pero lo metió con disimulo en el bolsillo lateral de su chaqueta y continuó adentrándose en la bruma, chapoteando en la espera como cuando de niño pisaba los charcos con la risa de la travesura. En el parque se sentó en un banco escondido y abrió con dedos nerviosos el sobre, extrajo las dos cuartillas rosas enmarcadas por una cenefa de mariposas y recorrió con la yema de su dedo índice la caligrafía enredada en sí misma como un arabesco que quiere negar el significado. Leyó. En el primer renglón, con azules letras grandes leyó: “Desfragmentos”, en el segundo renglón había un nombre de mujer y más abajo comenzaba un poema que hablaba de los mundos que existen bajo las palabras. Era un poema corto, de rima libre y sin signos de puntuación. Las palabras de los versos parecían almas a las que se les hubiera despojado de cualquier esqueleto, como El Cielo sobre Berlín, diría ella si estuviera junto a él en el banco. Hablaban, las palabras hablaban desde los renglones con una voz que era música de violín encantando a los árboles que se inclinaban para escuchar mejor. Empezó una lluvia de hojas marrones y la bruma se evaporó en columpios de palabras. El poema terminó entre un alboroto de silencios. El hombre estuvo un tiempo incontable sujetando las cuartillas entre sus dedos, repitiendo para sí mismo cada palabra, cada sentido de cada palabra.

Ella: Resulta que paz inaccesible en casa. Trata de aislarse pero las voces se dirigen constantemente a ella que, con evidente mal humor, intenta sentarse a escribir. Imposible, todos agitan sonidos y gestos, los márgenes del silencio hace rato cruzados y es tanto el ruido que perfora la tarde que las ideas se escabullen habilidosamente dejando a Violeta desarmada ante al hoja en blanco. Pero Violeta es obstinada, se planta frente a la página y la mira, se le ocurre pensar que, por ósmosis, las palabras podrían revelarse lentamente, capa a capa, como lo hacen las imágenes bajo el efecto de los químicos. Tanto se abstrae que el intenso calor de una palabra es incapaz de sacarla de su mutismo. Violeta escribe sin tocar la hoja, lo sé porque algo se mueve en la coordenada inasible que señalan sus ojos, algas de humo que se transfiguran al contacto del aire y que, segundo a segundo, adquiere tonalidades diferentes.

1 comentario:

Luna dijo...

“Desfragmentos”, me recuerda a una entrada en el blog de Susan. Y Violeta...terca la niña...

Saludos a los dos. Bonito lunes de San Valentín.