jueves, 24 de febrero de 2011

El viaje

Ella: Sería difícil hacer una lista completa de bálsamos y brebajes. Nadie sabe hasta qué punto surten efecto sobre la piel de la mente, de las emociones. También debe acotarse que hay remedios naturales para síntomas que oscilan entre estados difusos. Se sabe que a cada quien le sirve una nomenclatura específica, no todos necesitan la misma dosis de aire o color para sacarse un dardo de la espalda, y por dardo debe entenderse todo daño que corta los hilos del espacio hasta alunizar en la sensible maraña de luces que hay entre el pecho y el pecho. Para Violeta la fórmula de redención tiene dos extremos: un buen libro, y el cuerpo tibio que, al otro lado del mar, emite sílabas acuáticas para reconstruir el tejido necrosiado de su interioridad, algo leve pero rotundo, algo así como la música.

Él: El vagón restaurante del coche pullman está lleno a rebosar. Hay señoras con perlas botándoles en la sopa y niños jugando al diábolo. Al fondo se ha improvisado un pequeño grupo de cámara y los violines descorren los recuerdos de la tierra recién abandonada. Praga se va alejando entre humos y heladas, la preocupación escapa por entre las rendijas de una sonrisa. David levanta su candelabro de siete brazos, los salmos se entrecruzan con el ruido de los tenedores, la Traviata, alguien canta la Traviata. Entre el traqueteo y los vaivenes nada se parece a lo que es. Así un día y dos, tres noches ateridas y cuatro despertares insomnes, el mundo gira sobre las vías de un tren, el paisaje es verde, muy verde, con bosques intensos de nieve y fogatas, humo negro que sale de los horizontes. El maquinista lleva medio cuerpo fuera de la locomotora, en la mano su botella de vodka. El tren avanza lento por la recta vía, casi se detiene en un andén y alguien le pregunta a un campesino polaco: “¿Dónde estamos?” El campesino apenas responde, sólo sonríe y se lleva la mano derecha al cuello haciendo el gesto del degüello. El tren avanza cada vez más despacio, al fondo se acerca un cartel blanco con el nombre de Treblinka.

3 comentarios:

Luna dijo...

Violeta siempre adorable. Treblinka, una historia que no hay que olvidar...

Saludos.

...jebumarï... dijo...

alunizar en la sensible maraña de luces que hay entre el pecho y el pecho
ooooh! qué imagenn
y la música de los dos de fondooo
impresionante
hermosooo!!!!!!

Adriana dijo...

excelente Susan ,me encanta!