sábado, 1 de enero de 2011

Zapatos


Ella: No paraba de sacar cosas del zapato, sobre todo piedras. También lo vi desdoblar, con sumo cuidado, una fotografía en la que un señor cubano abrazaba a una mujer menuda de ojos tristes, que miraba el cielo como buscando una explicación, algo que justificara haber renunciado a su sensibilidad artística. Luego sacó de los zapatos una hoja vacía, triturada por los años y las manchas de café. En ella no había ni una sola letra; no eran necesarias, el microcosmos de manchas y arrugas que habitaban la hoja eran suficiente prueba de una vida larga, desencajada, pero una vida al fin, que ha sabido seguir el curso forjado con manos de pianista, relojero, o carterista del dueño de los zapatos. También salieron mariposas de aquellos zapatos, de formas y colores que ni en los sueños más siderales he llegado a imaginar. Empezaron a volar en círculos sobre mi cabeza y de cuando en cuando se posaban en mi hombro izquierdo, confundiéndolo con algún pistilo. El asombro se hizo pájaro en mi pecho cuando con un gesto dulce extrajo de los zapatos un latido, que al entrar en contacto con el aire, retrató en el anverso de mis párpados una suave constelación de lenguas trenzadas.

Él: Aquel  mar estaba lleno de estrellas que se cayeron del cielo y de pecios imposibles, aún habitados por sus fantasmales bucaneros. Todo retumbaba a palabras caminando un poco tristes con esa tristeza de caramelo caído que se le queda a un niño cuando se le escapa el globo disfrazado de nube. Los crujidos del mar se ahuecaban entre los sollozos de las sirenas castigadas a vivir atadas al mástil de Ulises. Cantaban canciones inventadas que recordaban sus costas lejanas, sus periplos sin luna, sus propias historias olvidadas de tanto cantar otras historias. Violeta se acercó a un caballito de mar y lo besó en la boca, yo me convertí en boca y todo se convirtió en ella. El mar estaba estrellado y la luna dormía hueca alguna borrachera. Todas las sirenas nos miraron pasar cabalgando entre palabras tristes.

1 comentario:

alex lamico dijo...

Si pudiera escribirte como te leo todas las letras se vestirían de mariposa y volarían como si flotaran.