sábado, 29 de enero de 2011

Efecto de detención instantánea

Ella: Muerte: evento que desactiva, anula o detiene el curso de la vida. No hay forma de predecir el acontecimiento a causa de un sistema de patrones aleatorios que utiliza para cesar las funciones corporales. Curiosamente, no es un suceso que debe lamentar quien lo sufre, sino quien ha tejido con el difunto un cordón umbilical que se ve repentinamente amputado. El pariente, amante, o amigo queda entonces atrapado entre dos paredes que oprimen el pecho y experimenta los estragos de una sombra densa que tarda meses o años en salir del cuerpo.  (será continuado)

Él: Violeta da vueltas y vueltas sobre la punta de su píe izquierdo. El mundo gira y gira con un efecto centrífugo que transporta mil imágenes a una galaxia que aparece de pronto vestida de color mandarina. Y Violeta ríe y sigue girando y su risa es un big bang que lo crea todo, desde la planta a la azotea. El mundo es una espiral que se chupa como si fuera un pirulí con sabor cítrico y dulce, los reflejos de las lunas aparecen como congelados en las órbitas de las miradas y Violeta gira y gira con su risa plateada recién sacada de una explosión interior que nadie llega a percibir por mucho que los átomos se incrusten en sus conciencias. Casi a mediodía el píe de Violeta deja de girar y lentamente va disminuyendo la velocidad del mundo hasta situarlo completamente quieto entre el color de una jacaranda y el breve rumor de un riachuelo. El sol ahora es seco y como de papel secante, se arrima hasta el sudor de las sienes y el pulso golpea como si fuera un tan tan. Violeta está pensando, de hecho se sienta en su mecedora de pensar, y piensa el cielo quieto, el horizonte quieto, el día parado como esperando otro amanecer. Los pasos de Violeta son cabalgatas de reyes magos que se acercan desde oriente con un vaso de sorbete de mandarina en la mano. Cuando llega hasta mí bebe un corto sorbo, apenas se moja los labios y luego me deposita el frescor de la mandarina en la boca. Yo abro los ojos como si los párpados fueran el telón de ese mundo y sus ojos me bañan en un cariño que va más allá del simple hecho de querer. Me dice, amor, el mundo es redondo, le digo, amor, el mundo eres tú. Y ríe. Violeta ríe y gira y gira y ríe sobre su píe izquierdo haciendo que la vida sea una noria donde vale la pena viajar.

1 comentario:

Luna dijo...

La muerte, con Violeta no puede. Su piel es de palabras, su alma de color mandarina, y tiene un mundo: Ël.