miércoles, 29 de diciembre de 2010

Línea

Ella: Dejar que la línea corra ignorando todo obstáculo de vidrio que pretenda rasgar la entraña, dejar que se largue de una vez y para siempre, exiliada de mi mundo. Que habite el espacio de otra sombra, los ojos de otro espejo, la vida de otro cuerpo. Yo debo dejar que la línea corra en el lomo de una yegua blanca, en la danza hipnótica de los árboles más viejos que circundan el morichal, y que se muera en el vientre de una tarde roja; sin rencores o cinceles macabros que perduren en la memoria después de su partida. Hay que dejar ir la línea, dejarla correr, curarse, y recuperar el tiempo que no recuperaremos nunca. Tú te quedarás porque siempre has estado, me has habitado durante años como una posibilidad, y ahora me habitas como una realidad palpable, una prolongación de mi propia esencia al otro lado del mundo, el bálsamo claro que me alivia cuando no sé soltar las líneas y salvarme.

Él: Atravesar las paredes sólo es posible si hay alguna pared cerca, atipló la voz Charles, el huidizo, tres segundos antes de caer aplastado por una pared, en este caso un techo que se le vino abajo en la última representación de su afamada y también última comedia “Lo que esté quieto que no se mueva”. El ensordecedor ruido se apagó por las fanfarrias de gritos aterrados y afinados hasta la implosión vídrica, carreras de todo tacón y espuela se desbocaron por el patio de butacas, señoras aplastadas entonaron sus entrenados estertores, corbatas de lazo enlazaron cuellos hasta aguillotinarlos, besos de palco se chasquearon entre dentaduras postizas, alarmas incendiarias se quemaron con el incendio, tonos y dial tonos se armaron su serenata, mujeres mellizas se quedaron sin melliz, huesos postizos se abocaron al cocido del caos y el polvo que inundó todo el teatro en cuestión de segundos. Nadie sobrevivió, pero años después aún recuerdo la sensación de polvo y hastío, de tanto titular, tanta noticia, tanto credo, tanto rezo, tanto muerto, tanto vivo, que no sabe decirme si de verdad vale la pena tanta tinta, tanta tinta.

2 comentarios:

Adriana dijo...

la linea loca me encanto, susan no me canso de repetirlo, tienes una prosa envidiable!

Elena dijo...

vamos a curvar las líneas
en eses serpeantes
en círculos sin pricipio ni fin
en subidas y en bajadas
en sables doblados
y en pulseras rotas...

Qúe bueno que hagan ésto. Es una fuente de algo. Gracias por compartirlo.