sábado, 25 de diciembre de 2010

De por qué

Él: De por qué no estás triste me hablan tus pasos a saltos y tu dedo señalándome cada color vestido de escaparate. De por qué el tiempo, me hablan sólo los reflejos de tu risa cuando vuelves en un instante que dura siempre tu rostro hacia mí. De por qué tú, cada pequeña brizna de aire que se convierte en vida me habla. Y hay un carrusel donde la gente grita y cierra los ojos para escapar, hay un perro mirándote porque sabe que tú lo ves, hay una papaya en un cajón de la frutería y le hablas al frutero con todas tus notas musicales. Hay cien días, mil días, sólo un segundo, pero el tiempo eres tú parando el tráfico al cruzar la calle. El tiempo, el espejo, las cosas suceden y ya es de noche, ya es de día, y tú ríes y yo me pregunto de por qué qué.

Ella: Podría arrugar este escenario y tirarlo a la basura. Conozco el movimiento a la perfección; parece que mis dedos nacieron entrenados para acertar el tiro con los ojos cerrados, entre mis manos y el cesto de basura hay una curva de 180 grados que es también la línea recta por la que se fuga una historia, como una amputación. Esto de tú y yo con mar en medio, esto de kilómetros trazando lejanía entre los brazos, es precisamente un escenario con textura de hoja que puede arrugarse, recorrer la curva de 180 grados, y dejar limpio el espacio de ilusorias ausencias, un espacio habitado en el que nos somos desde la desnudez más profunda.

2 comentarios:

Luna dijo...

De por qué me atrapó el tráfico de textos, no sé. Sé que el escenario es perfecto...

Saludos por dos.

Regresaré a leer TODO.

- dijo...

Luna, qué linda. =D Un abrazo.